¿Se avecina una transformación disruptiva en educación superior?

¿Se avecina una transformación disruptiva en educación superior?

Puntos clave

  • La innovación disruptiva implica romper paradigmas, es arriesgada y de “visión futurista”.
  • Disminuir la ineficiencia operativa y administrativa también disminuye costos.
  • Los ejercicios de planeación estratégica deben basarse en mejoras y análisis.

Hoy en día las palabras más nombradas por los directivos de las universidades y sus incumbentes están asociadas a los términos Transformación, Disrupción, Innovación. ¿Está esto relacionado con la tecnología y la transformación digital en educación superior? la respuesta es sí y no, o como dicen los economistas: depende.

Vamos a descomponer estos términos utilizando como marco de referencia las enseñanzas del profesor Clayton Christensen, creador del concepto de Innovación Disruptiva y el dilema del innovador, entre otros modelos teóricos.

Una de las razones por las cuales los pensamientos y lecciones del profesor Clayton están más vigentes que nunca, es que tuvo la capacidad de extrapolar fenómenos económicos y empresariales de industrias como la automotriz, tecnológica o musical para anticipar la realidad que estamos viviendo en la Educación Superior, más allá del episodio de Cisne Negro que la pandemia vino a instalar, el autor predijo esta crisis sustentado en la Teoría de la Innovación Disruptiva.

El fenómeno de innovación disruptiva ha estado presente siempre y se atribuye fundamentalmente a dos principios. El primero es la transformación de empresas, industrias y sociedad, motivada por saltos sustanciales fruto de la innovación. Algunos ejemplos que evidencian esta situación son la mecanización, la electricidad, la informática y la digitalización, áreas que modificaron evolucionaron radicalmente las formas básicas de interacción humana como el transporte, la producción, la distribución del trabajo y en general la demanda de servicios. El segundo principio, tiene que ver con los cambios culturales y las necesidades de la sociedad, que impulsan a los innovadores a desarrollar productos o soluciones más simples, convenientes, accesibles y asequibles.

Sin entrar a debatir qué es primero si “el huevo o la gallina”, la innovación voluntaria o inducida ha sido una variable sustancial en la supervivencia y evolución de todas las industrias, de forma temprana o tardía, pero constante.

La innovación ha propiciado la desaparición, transformación y nacimiento de nuevos jugadores en todas las industrias.

Revisemos el caso de la industria musical. Hasta hace poco fue totalmente transformada como resultado de la innovación y las necesidades de los consumidores. Hasta la década de los 90 la compra de discos en cualquiera de sus formatos disponibles era natural para los consumidores y no importaba tener que comprar el disco entero para tener acceso a una o algunas canciones. Era el modelo de negocio y no había muchas más alternativas de calidad, pero el concepto de streaming hizo su aparición en la escena y la industria súbitamente cambió, nuevas plataformas de entrega y escucha en entornos digitales, la capacidad de desensamblar los discos, comprar canciones individualmente y almacenarlas en formato digital se convirtió en el nuevo ecosistema de consumo musical. De nada sirvió la resistencia natural de las disqueras y los empresarios favorecidos con el antiguo modelo de negocio. Los cambios llegaron para quedarse y la industria discográfica tuvo que transformarse. Como en toda transformación, algunos jugadores desaparecieron, otros nacieron y otros se reinventaron para sobrevivir.

Como este, existen muchos otros ejemplos con mayores o menores similitudes: Kodak, Blockbuster, Netflix, ToysRuS, Enciclopedia Británica, entre otros. Curiosamente, la educación en general se ha mantenido inmune a los cambios por siglos, habiendo trascendido diferentes eras y sobrevivido grandes transformaciones en el resto de las industrias, la educación se mantiene constante.

El profesor Christensen vaticinó hace más de 15 años el avecinamiento de una crisis en la educación superior

Básicamente por dos razones: la primera era que el modelo económico de las universidades —particularmente en EE. UU.— estaba quebrado y la segunda, que se iba a anteponer un disruptor tecnológico denominado “Educación Virtual”.

Para entender la primera, basta revisar las estadísticas, el crecimiento del valor de las matrículas en EE. UU., ha sido el rubro del PIB que más se ha incrementado los últimos 50 años. En términos simples, el dinero que lograba ahorrar un estudiante promedio hace 25 años, trabajando en el verano, le alcanzaba para financiar un semestre entero, mientras que hoy en día ni trabajando todo el año a tiempo completo, puede financiar el valor de la matrícula semestral, lo que refleja intuitivamente cómo los costos de la educación superior vienen creciendo astronómicamente, haciendo la educación cada día menos asequible.

Este alto crecimiento en los costos de las matrículas es fruto, entre otras cosas, de la ineficiencia operativa y administrativa de las universidades.

El atractivo para muchos estudiantes al inclinarse por una universidad en particular estaba asociado a la marca y la infraestructura del campus. Por su parte, la competencia institucional exigía invertir grandes cantidades de dinero en edificios glamurosos, esto fue degradando el modelo financiero hasta quebrarlo. Sumado a la reducción en muchas partes de la población en edad universitaria, deserción, falta de interés y sentido de propósito de las carreras el impacto fue inevitable para los ingresos en general.

Por otro lado, para muchos prospectos ya no hace ilusión contar con un diploma para incorporarse al mundo laboral, pues ese concepto esta siendo altamente revaluado por los empleadores.

La segunda razón que anticipó el profesor Christensen referente a la crisis en educación superior vendría dada por uno de los mayores disruptores que ha impactado el mundo de la educación superior y es la denominada modalidad de educación virtual. Aunque por años fue tan controvertida y menospreciada por sus opositores, a la llegada del fenómeno de la pandemia se convirtió en la principal y única modalidad. El profesor Christensen, explica la dinámica de la innovación disruptiva de la siguiente manera: en general todas las industrias tienen empresas lideres que logran conquistar mercados y situarse en la cúspide de la competencia, que establecen una hegemonía en el sector con innovaciones sostenibles en el tiempo y mantienen la popularidad y liderazgo de la marca, como el caso de Apple. La compañía de la manzana inunda el mundo con computadores, tabletas y teléfonos celulares y realiza periódicamente mejoras sostenibles que logran cautivar y mantener a sus consumidores asiduos e inspirar a aquellos que, por costo, aún no pueden acceder a sus productos.

Como resultante de la innovación disruptiva, surgen competidores que logran rápidamente superar a los pioneros, atacando a esa base del mercado que quizás no podía acceder a esos “productos top”, ofreciendo soluciones simples, flexibles, accesibles y asequibles. En la Industria de los automóviles, un claro ejemplo en EE. UU. fue Toyota, quien logró entrar al mercado competido y casi hegemónico de marcas como Ford, Chevrolet y Dodge, para posicionarse en el primer lugar con algunos de sus modelos, enfocándose en mercados inexplorados por las marcas más representativas. Años después llegaría Hyundai a ganar su lugar, aplicando el concepto de la innovación disruptiva también.

El secreto de la innovación disruptiva está en pensar fuera de los modelos tradicionales y desensamblando los productos originales, utilizando diversos proveedores expertos en cada uno de los componentes, simplificando y flexibilizando el producto final y, sobre todo, reduciendo sus costos de producción y haciéndolo asequible en segmentos de mercado donde antes no lo era.

El concepto de desensamblaje cobra mayor relevancia en nuestro contexto porque ahora existen múltiples proveedores expertos en el desarrollo y entrega de componentes individuales que al ensamblarlos cumplen con las características esperadas en un producto final en el mercado: simple, asequible, accesible y flexible.

Uno de los ejemplos más tradicionales de desensamblaje y reensamblaje es IBM, que, en los años 80 estaba encargado de todo el proceso de producción, comercialización y distribución. Hacía los chips, gabinetes, sistemas operativos, aplicaciones, ensamblaje de las máquinas, comercialización y distribución. Financieramente, esto resultaba en un producto final poco asequible. Entonces se introdujo el proceso de desensamblaje y firmas como Intel se empezaron a encargar de los chips, Microsoft de sistemas operativos y software y empresas comerciales y de distribución, se encargaron de la venta y colocación en el mercado, permitiendo así llegar a un producto final de alcance masivo.

¿Entendiendo el concepto de desensamblaje y reensamblaje es posible extrapolarlo a la industria de educación superior? ¿Es posible desensamblar un título universitario? ¿Es posible desensamblar y ensamblar el rol del profesor? Si miramos cómo está ensamblado hoy de forma general el rol del profesor es grosso modo el siguiente:

  • Encargado de diseñar el contenido del curso
  • Buscar y curar contenido
  • Desarrollar la clase
  • Diseñar la evaluación
  • Ejecutar evaluaciones
  • Evaluar desempeño de estudiantes
  • Brindar mentoría a estudiantes
  • Hacer Investigación
  • Desarrollar proyectos de extensión

Algunas universidades están accediendo a aliados estratégicos, encargados de definir el contenido del programa, desarrollar el material del programa, definir los modelos de evaluación, entrenar al maestro para desplegar el contenido y otras áreas o divisiones son las encargadas de evaluación, medición del desempeño, etc. La pregunta es ¿se pueden lograr eficiencias y de esta manera buscar que la educación sea mas asequible para una mayoría? ¿Se pueden buscar modelos mas eficientes?

Es difícil establecer un modelo innovador y vincularlo con la estrategia institucional, sin embargo, existen modelos metodológicos para emprender el viaje y vincularlo con la operación diaria.

El dilema del innovador

Es otro de los análisis valiosos del Dr. Christensen, y es bastante frecuente en la mayoría de las industrias, particularmente en educación superior. La innovación es costosa, exige constancia, perseverancia, no olvidemos cuántos intentos tuvo que hacer Thomas Alba Edison hasta lograr que no se estallaran los filamentos de las bombillas. La mayoría de las organizaciones que son exitosas durante mucho tiempo, tienden a postergar la innovación por sus altos costos y porque no ven resultados con la celeridad que se espera. No existe necesidad o urgencia que propicie la innovación.

Pero aquellas organizaciones que se deciden a intentar innovar se encuentran ante dos posibilidades: la Innovación Sostenible y la Disruptiva.

La primera tiene que ver con optimizar y hacer mejoras sobre los modelos de negocio, productos o servicios actuales y la segunda está orientada a crear nuevos mercados y modelos de negocio que incluso llegan a desplazar a las organizaciones ya establecidas en el mercado. Pero lo más importante es su visión y capacidad de hacer los productos y servicios más accesibles, flexibles, simples y sobre todo asequibles para consumidores que antes no podían acceder a estos, en otras palabras, permiten la democratización de uso.

¿Que tipo de innovación siguen las universidades de hoy?

Sin lugar a duda las universidades innovadoras, se inclinan más por la innovación sostenible. Es decir, están centradas en su modelo operacional actual. Nuevos programas, especializaciones, mejoras de los procesos internos, etc.

La innovación disruptiva implica romper paradigmas, pensar fuera la caja y muchas veces es arriesgada y de “visión futurista”. ¿Están dispuestas las universidades ha desarrollar procesos de innovación disruptiva? ¿Saben cómo vincular la innovación en sus planes estratégicos o de desarrollo Institucional? ¿Usan algún framework?... ¿Por dónde empezar?

El modelo de transformación dual en la educación superior

Las universidades pueden iniciar el viaje de la transformación dual, teniendo en cuenta la innovación presente y la innovación futura. La primera puede ser definida como “explotar el modelo actual” o innovación sostenible, donde se puede replantear la oferta existente y optimizarla, reimaginar y transformar, por ejemplo, la disposición y entrega actual de programas (modalidad hibrida) en una experiencia digital de clase mundial que permita mantener o crecer su participación en el mercado de programas tradicionales, además de explorar nuevas alternativas, alejadas del modelo operacional actual.

La segunda se denomina “exploración y anticipación de futuro”. Se pueden crear nuevos modelos operacionales como una unidad adicional o externa de generación de contenido, explorar los caminos del entretenimiento educativo o “Eduteinment”, redefinir completamente y tomar ventaja de los programas de proyección y extensión, etc.

La manera de abordar el dilema del innovador es tañendo los dos momentos, el presente y el futuro, es retador, pero imprescindible para la supervivencia y la continuidad en un mundo que demanda mayor democratización de la educación, flexibilidad y pertinencia.

Disrupcion en la educación

El futuro de la educación necesariamente depende del futuro del trabajo

Particularmente de los conocimientos y competencias que van a ser demandadas en el mediano y largo plazo, no se puede perder este tema de vista. Las universidades deberían emprender ejercicios de planeación estratégica, dedicando suficiente tiempo a revisar fundamentalmente tres elementos:

El análisis de entorno.
Revisando en detalle las tendencias y las fuerzas de la industria que van a afectar el sector educación: proveedores y actores de la cadena de valor, usuarios, competidores (particularmente los nuevos jugadores o disruptores), entre otros. El entorno macroeconómico y la fuerza del mercado: necesidades y requerimientos, segmentos, barreras, entre otros.

La identificación del modelo de negocio actual y las oportunidades de mejora.
Especialmente la propuesta de valor, necesidades y posibilidades de los estudiantes actuales.

Mejoras sustanciales en procesos claves como la enseñanza – aprendizaje.
Basadas en el modelo de operación actual y habiendo realizado en detalle los análisis anteriores, buscar a través de la exploración (desensamblar el título), en las alianzas (acreditadores, empresas), el mercado objetivo (explorar los no clientes tradicionales), la propuesta de valor (mas allá del título).

En fin, trazar un camino de innovación sostenible a través de la exploración sobre el modelo actual de operación.

En el caso de la innovación disruptiva, el camino puede ser de largo aliento, pero se trata de explotar nuevas posibilidades, que quizás no se hayan contemplado anteriormente, también conocidos como los océanos azules. En un futuro no muy lejano vamos a ver universidades subespecializadas, universidades para el emprendimiento, universidades por suscripción y megauniversidades.

Algunas universidades suelen caer en el error de pensar que la transformación digital es la adopción de nuevas tecnologías como machine learning, inteligencia artificial, Blockchain, pero en estricto sentido la adopción de estos nuevos habilitadores por sí misma no constituye una transformación.

La transformación digital es una redefinición del pensamiento estratégico, donde fundamentalmente se tienen en cuenta tres elementos: las necesidades reales y expectativas del mercado, las nuevas capacidades del mundo moderno, como la ubiquidad de los datos, la conectividad ilimitada y el poder masivo de procesamiento de información, y las tecnologías actuales, conocidas por sus siglas en inglés SMACIT (Social, Mobile, Analytics, Cloud, Internet of Things). Finalmente, la construcción de la propuesta de valor, tomando en consideración los elementos anteriores para definir una nueva visión estratégica.

En síntesis, la transformación en cualquiera de sus expresiones, siempre esta auspiciada por la innovación y es fundamental en cualquier Industria. La observación y el análisis constante de los cambios en el entorno es crucial para mantenerse vigente.

¿Cuál va a ser el Norte Estratégico de tu universidad en esta transformación de la educación superior?

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Acerca del autor
Gustavo Piedrahíta
Gustavo Piedrahíta
Director de Soluciones Estratégicas en Ellucian

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